Las notas biográficas de Elmina Paz nos han hecho conocer su vida de creyente y su compromiso manifestado en las continuas obras de caridad y servicio, y cómo se alimentaba de una profunda vida de oración y devoción cristiana.
La figura de la Virgen María fue siempre modelo de confianza y abandono a Dios. Esta imagen de María fue tomando fuerza en la vida de fe y oración de Elmina bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario, a medida que conocía y profundizaba también el carisma dominicano.
La mirada de la oración, la confianza y la intercesión: La confianza en la Providencia Divina era una oración constante, no sólo para sí, sino para con todos aquellos que lo necesitaran. Sus cartas revelan esta absoluta confianza en la intercesión de la Virgen del Rosario, tanto en los momentos de peligro, enfermedad o acción de gracias; revelan también cómo fue transmitiendo esa devoción a sus familiares, amigos, hermanas de la Congregación y a los huerfanitos por medio de la práctica cotidiana de la oración y la enseñanza del rezo del Santo Rosario a través de sus sencillas y animosas palabras:
(…) bendigamos al Señor mi amado hermano porque ha extendido su misericordia hacia nosotros, hagamos nuestro, el canto de N. Madre la Virgen María el Magnificat para dar gracias al Padre Celestial, lo que es de la Madre es de los hijos ¿no te parece que es así mi querido hermano?”.[1]
“(…) Hemos tenido dos fiestas a N. M. del Rosario, una de nuestra comunidad y otra de la bendición fundada en nuestra capillita, en esos días he pedido me bendigan unas cosas, te envío algunas para que por la virtud de la Sma Virgen te sane para consuelo de tus hijas ya que les falta su padre y para bien de tantos…(…)… Con mis más cariñosos recuerdos a cada uno de tus hijos y nietitos y a mi hermana Merceditas te abraza tu hermana que ruega a nuestra Madre del Rosario te bendiga con toda tu familia.”[2]
“(…)…Bendito sea Dios y Bendita su Santísima Madre, nuestra Reina del Smo. Rosario, bendita mi querida hermana por habernos otorgado la vida de tu Benjamín, de mi amado hermano, no puedo decir otra cosa sino gracias Dios mío, gracias Madre mía, y unirme a V. Y a mis hijas religiosas y mis pobres huerfanitas, para cantar en cántico de la virgen nuestra buena Madre Magnifica…”[3]
Elmina nos anima a encontrar en María el cariño y la ternura de una Madre que nos consuela, cuida e intercede por cada uno de nosotros. Que podamos confiar en ella y a través de ella en el buen Dios que nos espera, elige y ama…
[1] Carta de Elmina a Benjamín. 23 de noviembre de 1896
[2] Carta de Elmina a Benjamín. 28 de octubre de 1907
[3] Carta de Elmina a Dalmira Colombres. 01 de agosto de 1896