Madre Elmina, mujer que transforma.
Siempre fui de esas personas que le encanta las historias de mujeres que se animaron a más, que tuvieron el coraje y la valentía de jugarse por los demás… Cuando conocí la historia de Madre Elmina me sorprendió su gesto, nada más ni nada menos que abrir su casa y ofrecer su vida para cuidar a niños que habían quedado huérfanos por la epidemia de cólera.
Tuvo la fuerza de salir de su propio dolor, de su comodidad para devolver la dignidad a otros…fue una mujer audaz, que creyó más en Dios y en sus compañeras que en sus propias fuerzas…
Su historia me movilizó muchísimo, provocó en mi vida una transformación pero solo comprendí el gran gesto que tuvo después de visitar el Hogar de Niños en Santiago del Estero…
Ahora comprendo lo que Madre Elmina sintió en el momento de la pregunta de Boisdron: Usted ¿qué puede hacer por estos pobres niños?, y por qué que respondió “Yo los cuidaré, mi casa será la de ellos”…
Mil veces había tenido la experiencia de ver, estar, jugar, escuchar y estremecerme con los niños en alguna misión…mil veces estuve a punto de derramar una lágrima por la impotencia, por la angustia, por el dolor, la bronca…mil veces…pero ese día fue diferente…ese día miré con detenimiento, miré con el corazón como nunca lo había hecho…ese día sentí que el corazón se me rompía en pedazos…me oprimía el pecho…me dejaba sin aliento…sentí la necesidad de rezar…rezar con una sonrisa, rezar con una mirada, rezar con una caricia, rezar con un juego…
Ese día comprendí en carne propia lo que Elmina sintió al ver a esos pobres niños que se quedaban solos, al ver el dolor que provocaba el cólera…ese día el corazón se me detuvo en cada niño, en cada niña…el corazón se detuvo ante la inocencia de un encuentro que provocó la grandeza de un momento…y ahí estaba Dios sosteniendo, animando, amando…sobre todo amando…y ahí me descubrí desnuda, vulnerable, pero más fuerte que nunca, con más ganas de apostar la vida por la Vida, así, como lo hizo Elmina.
Hoy después de más de 10 años Madre Elmina sigue inspirándome a tener gestos de compasión y a entregar mi vida por los demás desde lo cotidiano, lo sencillo y el caminar con otros.
En 1997 comencé a viajar a Tucumán por tareas de la Orden y de la Universidad y allí comencé a conocer la vida y la obra de la Madre Elmina...
Madre Elmina, hoy aquí y ahora en este mes de junio del 2020, recuerdo mis pasos por tu casa, el perfume de los jazmines de tu patio, la belleza...